La elegida en esta ocasión para restaurar es una JUNTERA OLD SCHOOL (no junquera, como he escrito erróneamente varias veces: disculpad mi dislexia incipiente).
Descripción
Sus dimensiones previas son: 635 mm de largo, 70 mm de ancho, con hoja de 57 mm (Peugeot Fréres). Deduzco por sus cualidades que la madera puede ser palisandro: de textura lisa y fina, peso elevado, muy densa y dura para trabajar; el duramen va de ocre amarillo a rosa pálido con vetas marrón oscuro y moradas… sobre todo, el luminoso marrón violáceo la delata, aunque puedo estar equivocado.
El diagnóstico
La juntera está sucia en general, la empuñadura tiene una fenda que la atraviesa longitudinalmente y amenaza fractura, la cuña de sujeción de la hoja tiene holgura, la suela necesita ser rectificada y la boca está algo abierta, por lo que convendría cerrarla con algún inserto.
En faena
El comienzo ya fue entretenido: al tratar de desmontar la empuñadura, como el tornillo estaba oxidado, ofrecía más resistencia y provocó que se pasase de rosca la cabeza de este. Intuía que algo así podía suceder. Fui con tiento y logré que saliese unos milímetros (4 o 5 mm) antes de arruinar la muesca plana del tornillo. Entonces, limé la cabeza del tornillo para obtener dos planos paralelos y con una llave inglesa conseguí desenroscarlo. Esto fue antes de darme cuenta que la empuñadura no servía y que habría que cambiarla, de lo contrario emplearía métodos más drásticos .
Con el cepillo desmontado empecé rectificando la suela, poniendo todo mi empeño en dejarla plana. A continuación incrementé un poco el ancho de la caja donde va la empuñadura: no estaba muy escuadrada y el ensamble sería mas fuerte con esos milímetros de más. Luego corté un par de centímetros de los extremos de la juntera para sanear las testas, reducir el largo y el peso. La idea inicial contemplaba también sacar de esos sobrantes el inserto para cerrar la boca, pero descarté la idea porque se veían muy débiles… Ahora el largo es de 580 mm, algo equivalente a un Nº 7 que ya está bien.
El paso siguiente fue ocuparme de la empuñadura y la cuña. La elección de la madera fue casi intuitiva: ambas en bubinga. Con el tiempo me parece que la decisión ha sido la acertada porque cada día le encuentro más y más pros… la densidad, la tonalidad (casi el negativo una de otra, donde el matiz del veteado en una es el predominante en la otra y viceversa), etc.
El diseño de la empuñadura toma como punto de partida el perfil de la que ya tenía pero incorporando algunas “mejoras” de aquí y de allá: tiene algunas líneas de los serruchos para colas de milano de Veritas con el fin de mejorar la ergonomía, es decir, el agarre y una pizca de diseño propio en las curvas que conducen hacia la parte delantera y donde va el tornillo de fijación (esta vez de latón). El diseño de la cuña es un clásico donde poco pude aportar.
Volviendo al cuerpo de la juntera, con lija y cuchilla de ebanista trabajé las superficies. Si se fijan, uno de los lados tiene las marcas del aserrado con dientes de un par de tamaños diferentes. Lejos de molestarme, veo estas marcas como parte de su ADN o su memoria, y las dejé ahí.
En una de las testas detecté un par de pequeñas grietas que me empezaban a preocupar. Para neutralizarlas, coloqué una llave de doble cola de milano o mariposa, en madera de boj.
La siguiente tarea era cerrar la boca de la lumbrera que, tras valorar diferentes alternativas, hice con un inserto de latón. Esta vez, aplicando lo aprendido en el cepillo restaurado previamente, procuré martillear bien los tornillos que fijan la pieza de latón para que se integren lo mejor posible. Además de los tornillos (3) va pegado con adhesivo epoxi de dos componentes. Los ajustes del latón pueden parecer complicados pero todo lo contrario, se puede trabajar fácilmente con una cuchilla de ebanista (o un instrumento similar de acero) sacando virutas de metal hasta llevarlo a su sitio.
Finalmente, el acabado es de aceite de linaza, aplicado en finas capas respetando sus tiempos de secado. En esta ocasión le añadí al aceite, en las capas intermedias, un par de gotas de goma dammar diluida en esencia de trementina.
Futuribles mejoras
Tengo dos hierros de acero laminado (Peugeot Fréres) de 57 mm que están relativamente bien, algo picados pero operativos. Si me decido, quizá adquiera una cuchilla nueva de recambio.
Con este ancho de 57 mm, en el mercado hay poca oferta: es una medida poco usual. De todas formas, en Dieter Schmid - Fine Tools sí las tienen. Por lo visto, el “Antiguo No. 5-1/2” tenía cuchillas de 2-1/4 in. = 57 mm.
fine-tools.com/eisen.html
Son Hock, de acero O1 (High Carbon Tool Steel). En la propia web de Hock además de los de O1 venden también hierros de esa medida en A2 (Cryogenically Treated A2 Tool Steel Blades):
hocktools.com/products/bp.html
El precio del conjunto cuchilla-rompevirutas (entre 73 € y 82 € / aprox.) me hecha para atrás. En cambio, comprar sólo la cuchilla (entre 41,50 € y 52 € / aprox.) y adaptar, si fuese necesario, un contra-hierro de los que tengo, podría ser una opción, no se…
El resultado