Hola Isra, gracias por tu comentario!
Con respecto a las maderas que usé, la verdad es que usé lo que tenía, simplemente busqué las maderas más contrastantes de lo que había en mi taller. Bueno, de lo que tenía y que estaba dispuesto a usar, pues tengo un palisandro de la india de primerísima calidad, super oscuro como se puede ver en el ornamento, que ni borracho lo gasto en un ajedrez! También creo que oscurecer, oscurecerá tanto uno como el otro, así que el contraste más o menos se mantendrá.
Del proceso te cuento que el proyecto tuvo dos fases muy diferenciadas y opuestas. La primera fue durante casi toda la construcción, en la que corté y preparé todas las piezas a mano. Hubo en este punto un fallo grande que cometí: no tuve en cuenta la dirección de la fibra de la madera a la hora de encolar las casillas del tablero, lo que ocasionó un entreverado que pude sobrellevar con mucho cuidado y mucho afilado. Luego de armado el tablero le puse el palisandro, así que no es una verdadera taracea, es un marquito que le puse alrededor. Luego le pegué el contrachapado de chopo por debajo y finalmente el marco de pino. Luego vino el proceso de aplanado, donde me las vi de cuadritos por el problema de la multidirección de las fibras, sin embargo tuve un éxito relativo y me quedé conforme con el resultado. Este trabajo lo hice alternando un No. 6 y un No. 7, por enfocarme en el trabajo sin tener que parar tanto para afilar, cuando un cepillo ya estaba para afilarlo de nuevo cambiaba al otro, y cuando al segundo cepillo se le estropeaba el filo los afilaba los dos y vuelta al principio. Terminado el aplanado el tablero pasó a reposo ya que yo comencé a preparar la madera para el resto del proyecto, que era una mesita de noche de pino con el tablero de tope (por eso el marco de pino, para conectarlo con el resto del mueble). Aquí pasó algo que detonó en mi un cambio emocional radical. Una sucesión de decepciones y disgustos con el destinatario del proyecto me hizo entre otras cosas parar con la mesita de noche y ,como el tablero ya estaba listo, entregar sólo el tablero. Cuando fui a hacer el cepillado final del tablero lo hice con tan poco ánimo y tan mala onda que me lo cargue, aquel viejo error de las fibras entreveradas descargó toda su furia sobre mi y el tablero quedó arruinado! Y este es el comienzo de la segunda fase del proyecto. Ya para quitármelo de en medio (que triste!) agarré la lijadora de mi cuñado y lo lijé con lija 40, 80, 120, 180 y 240. Le corte cuatro patitas de pino y se las pegué con cianolit, y finalmente le di un acabado con laca en spray. 
Creo que he vivido en carne propia la verdadera diferencia entre un profesional y un aficionado. El profesional hace su trabajo bien, independientemente de su estado de ánimo o de lo que haya en el corazón del cliente. Lo hace bien, lo entrega en la fecha acordada y cobra su factura, punto. Yo como aficionado enamorado de mis ratos en el taller, tengo una fuerte conexión entre mi estado de ánimo y el resultado del trabajo. Como no hay una factura que cobrar, mi paga es el disfrute y la satisfacción míos durante el proceso y de quien recibe el objeto del proyecto al final. Menudo rollo y menudo culebrón, no? Bueno, la culpa es tuya Isra por preguntar! 
Un abrazo!
Rafael.-